Thierry Sabine, fue el artífice y creador de la carrera más dura del mundo: el París-Dakar.
Thierry Sabine murió en un accidente de helicóptero en 1986, cuando controlaba la carrera. En medio del desierto del Ténéré sus cenizas fueron esparcidas en una acacia, que siempre señala al creador de la gran aventura del Siglo XX.
Sabine era piloto de coches y tremendamente aficionado a las aventuras extremas, en 1977 toma parte en el rally Abidjan-Niça, pilotando una Yamaha XT 500 de Enduro,
En una de las etapas se pierde y pasa 2 días solo en el desierto, hasta que la organización pudo rescatarlo.
Fue en la soledad de esos dos días con el desierto, cuando Thierry Sabine ideó realizar una carrera única desde Francia hasta Dakar, atravesando el Sahara, solo con brújulas y road-book.
Empezó a buscar financiación para su aventura y la encontró en Oasis, una empresa productora de zumos de frutas.
En 1 año lo organizó todo y el 26 de diciembre de 1978, vehículos de todo tipo tomaban la salida del primer Rally París-Dakar en la plaza Trocadero de París, a la sombra de la Torre Eiffel.
La primera edición tenía en total 10.000 km., a través de Francia, Algeria, Níger, Mali, Burkina Faso y Senegal.
El ganador en motos de esta primera edición fue un joven de 21 años, llamado Cyril Neveu que ganó el París-Dakar, curiosidades del destino, con una Yamaha XT 500.
Sabine, disponía de una personalidad fuerte y tremendamente arrolladora, que contagió a todos los participantes, y el París-Dakar en su 2ª edición se convirtió ya en un éxito a nivel mundial.
Una de las principales armas de Thierry Sabine, era dotar a su carrera de un auténtico espíritu de aventura, de la lucha del hombre y la máquina contra el desierto.
Es por ello que en el París-Dakar de los primeros tiempos había improvisación y prácticamente ninguna norma, solo sellar los pasos de control y llegar como se pueda a la meta, sin GPS, solo con brújula y con la orientación de cada individuo.
Aparte no había límites de ningún tipo en ningún vehículo (ni en potencia ni velocidad), desde creaciones totalmente artesanales, hasta el camión DAF Turbo Twin X1 de Jan de Roy de 1986 con dos motores, uno por cada eje de 600 CV cada uno, lo que consigue nada menos que 1.200 CV, y una velocidad punta, autolimitada por la resistencia de los neumáticos, de 220 km/h.
La muerte de su creador ese mismo año y de muchos participantes por el incremento de velocidad y potencia en casi todos los vehículos, hicieron que el verdadero espíritu del Dakar empezara a retroceder.
Siempre recordaremos la frase que la organización repetía a los participantes, cuando estos se quejaban de la comida, el frío, la ruta o la peligrosidad de la carrera: «C’est l’Afrique, patron».